Bueno, bueno, bueno... Con tantos días de entrenamiento, tantos kilómetros dando pedales y tantas horas de esfuerzo, es normal que no todos los días salgan bien.
Para no forzar y asegurarme de que el tendón de aquíles ya está a pleno rendimiento, ayer salí a hacer carretera y llegué a casa con unas sensaciones buenísimas.
Lo que para mi siempre habría sido una buena ruta de carretera (61km), a día de hoy es una jornada para soltar piernas, y haciendo mejor media incluso. Lo que me da la sensación de que estoy cogiendo un buen estado de forma y me sube bastante el ánimo.
Hoy sin embargo, todo parecía estar de cara. Salía con la idea de hacer una ruta de mucha subida, para acumular desnivel y desde la primera pedalada ya las sensaciones eran malas. Las piernas no respondían, y no cogía temperatura ni subiendo la Jarosa (hacía un frío que pela).
El siguiente objetivo era subir la Fuenfría. Antes de empezar ya estaba congelado, la subida se me hizo muy dura, de esos momentos en que estás tan mal que no tienes ganas de comer, ni beber ni nada de nada. Tras coronar por fín (entre la nieve), una barrita, foto de rigor y a bajar entre la niebla.
Pocas veces he pasado tanto frío, estaba tiritando y he tenido que hacer un par de paradas para intentar entrar en calor. A punto he estado de decir a Sandra que me viniese a buscar.
Al final, cruzando Cercedilla decido seguir hasta casa y ya todo bien. De hecho pasado Guadarrama me ha alcanzado mi amigo Alex, que bajaba en bici a trabajar, y los últimos kilómetros se me han hecho bastante llevaderos.
En resumen, un día muy bueno seguido de un día muy difícil. Pero en el fondo me gustan esos días en los que las piernas dicen que no pueden más, la cabeza te dice que pares pero el corazón te pide que sigas a delante. Creo que son entrenamientos muy importantes, no en lo físico, sino en lo mental, que en los momentos malos es lo que te saca las castañas.
Este finde más. Gracias y saludos!
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