El gran trabajo que siempre hacen las fisios de FisioDía ha dado ya sus frutos y ya puedo empezar con una rutina de entrenamientos. Poco a poco evidentemente, pero por lo menos ya no tengo que estar parado y puedo empezar a acumular kilómetros de preparación para la Powerade Madrid - Lisboa.
Esta semana la he empezado con un par de salidas suaves con la bici de carretera para ver qué tal me respondía el ísqueo, que era lo que más tocado me quedó después de la Barcelona - San Sebastián, y al no darme problemas ya tenía el pistoletazo de salida para empezar a ponerme a tope. Al tercer día probé a hacer un poco de trabajo de pesas y salir a correr 30 minutos para empezar a fortalecer y a coger de nuevo confianza en la pierna, y de nuevo todo genial, así que ya preparé mi primera salida en MTB.
Aprovechando lo cerca que sale la Madrid - Lisboa de mi casa, me busqué por internet los recorridos de las primeras etapas para ir reconociéndolos, y no podía esperar ni un momento para empezar con ellos.
Empecé con la primera etapa, acortándola un poco porque los primeros 35 km son un poco feos y ya los conocía, así que me acerqué en coche hasta Valdemorillo para hacer los últimos 25 km que quedan hasta Robledo de Chavela. La ruta está bien, me gustó, no es excesivamente exigente y tampoco es un sin fin de pistas aburridas, como a veces pasa en este tipo de pruebas, pero
aaamigooo... Se me había olvidado eso que está tan de moda de: Ola de calor.
Menudo calorazo que pasé, menos mal que salí con agua de sobra y que las horas duras me pillaron ya de vuelta, pero había perdido la costumbre de pedalear a 35 grados por las estepas madrileñas. Al final 50 kilómetros entre ida y vuelta disfrutando mucho de mi reencuentro con el polvo.
Tras un par de días de descanso, hoy tocaba hacer el segundo tramo de la Madrid - Lisboa, desde Robledo de Chavela hasta Burgohondo. 65 kilómetros que sobre el papel parecían alucinantes y que me han decepcionado enormemente. Como sabía que los primeros kilómetros al salir de Robledo eran de carretera, decidí hacerlos con el coche y ponerme a pedalear en cuanto empezase el camino, pero ¡no me esperaba que fuesen 20 km de carretera hasta pisar tierra!. Al menos no los he pedaleado, porque qué coñazo!
Una vez pedaleando ya sobre camino, en pocos kilómetros llegas a Cebreros, y de aquí ni más ni menos que otros 20 kilometrazos de carretera. Primero llegas al embalse del Burguillo, lo rodeas y continúas hasta la aldea de La Rinconada, de donde sale por fin un sendero y además bastante entretenido que paralelo a la cola del embalse termina en Navaluenga. El calor ya era muy intenso, eran más o menos las 11:30 y el Alberche estaba hasta arriba de gente bañándose. Eso no se le hace a un pobre ciclista....
Después de Navaluenga, una sucesión de pistas y asfalto (como no) hasta Burgohondo, donde llego a las 12:15. Allí una breve parada para reponer agua, refrescarse, barrita y de vuelta al inicio. El calor empieza a ser fuerte ya y al pasar de nuevo por Navaluenga no puedo resistirme. Compro una Cocacola, saco el sándwich que llevo en el camelback y.... Creo que la foto habla por sí sola.Tras reponer y refrescar, continúo la vuelta, pero el calor ya es asfixiante. Estoy muerto de calor y el agua de los bidones está más caliente aún que yo, así que no me refresca en absoluto echármela por encima. Menos mal que hay varias fuentes por el camino y voy parando en todas para empaparme entero y cambiar el caldo sin fideos que llevo en los bidones por agua algo más fresca.
Al final, 90 kilómetros que no me han gustado mucho, pero que me han sido muy útiles para ir preparado psicológicamente para cuando me toque hacerlo en carrera, y para volver a acostumbrar el cuerpo a trabajar a estas temperaturas infernales.
Ahora a descansar un poco y a pensar un día para hacer las dos etapas seguidas, que hay que empezar a hacer horas seguidas. Eso si, lo mismo las hago de noche, que no me vendrá mal.
Un saludo y gracias por estar ahí!!!
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